ESCRITO POR: Maria José Fino Medina

Una mañana, el cerdito perezoso se estaba bañando en el lago y se encontró a un sapito que se veía muy feliz. De repente, el sapito salió del agua muy asustado porque venía un tiburón, que de un mordisco se comió al cerdito.
Moraleja: No debemos ser perezosos porque nos perdemos lo emocionante y lo divertido de la vida.
Moraleja: No debemos ser perezosos porque nos perdemos lo emocionante y lo divertido de la vida.