ESCRITO POR: Francisco Antonio Mora Estupiñan
Había una vez en un campo lejano un granjero que tenía una vaca muy particular, era muy juiciosa ya que todas las mañanas se levantaba y comía sola pasto o hierba que el leñador le dejaba; no hacía ningún ruido y siempre era tan tranquila que se acostaba a las 6 de la tarde.
Un día amaneció muy enferma de sus ojitos, los cuales estaban llenos de lagañas y el veterinario vino a revisarla, recetándole unas gotitas para aplicarle durante ocho días. Con eso mejoró y pudo ver sin ningún problema.
Un día, el granjero pensó en venderla debido a su dura situación económica, pero la vaca empezó a llorar y él conmovido en su corazón dijo: “Jamás te venderé, serás siempre mi amiga y compañía para toda la vida”. Ella llena de felicidad le dijo muuuu y lo retribuye todos los días con deliciosa leche.
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